La tecnología también descomunica

DESCOMUNICA

No sería difícil hacer una lista de  inconvenientes de la tecnología si le preguntásemos a una persona mayor no acostumbrada a las nuevas formas de comunicación. Pero el hecho no están subjetivo cuando vemos unas consecuencias comunes a lo que nos dicen los que vivieron en otras décadas.

Pero el avance de la tecnología ha llegado a un punto en el que ha congelado el tiempo, dando lugar a, más bien, una comunicación que más que ir hacia delante y mejorar en matices desinforma, descomunica.

Lo que vemos a nuestro alrededor solo son personas concentradas tan solo en un teléfono móvil, seguramente interactuando con una persona que tiene a su lado.

De esta situación, surgen debates en entornos más concretos. En este caso, el contexto empresarial. Se ha observado que las relaciones personales en la empresa afectan directamente a la cuenta de resultados de ésta, aumentando los costes.  «Un minuto mirándose a la cara equivale al envío de diez mil emails«, sentencia Jordi Robert-Ribes, el experto en gestión de equipos y ponente del Foro Atrevia Personas bajo el título Bridge Building.

En dicho foro, se defendió que el contacto entre los empleados impulsa intercambios de  conocimiento y desarrollo personal y profesional.

Pero hay quienes que discrepan en este aspecto. «Va a depender de los motivos, de los objetivos, y de cada situación en particular. Los correos resuelven una clave muy importante, porque queda registrado tu opinión, punto de vista, decisión… en el supuesto de que no puedas tener la charla cara a cara». Lo que no quita que «en situaciones particulares, una efectiva comunicación pueda aportar beneficios económicos a las empresas», defiende Ceferí Soler, profesor de Esade.

El mayor reto se plantea hacia los directivos, que más que nadie necesitan mantener relaciones cara a cara generando confianza y redes de contactos.

«El móvil puede ser la excusa para no tomar decisiones y para no delegar. Los jefes conectados permanentemente a sus empleados no son buenos jefes porque no les dejan asumir sus responsabilidades, equivocarse y crecer. Es malo para ellos y es malo para sus empresas», explica un profesor de la IESE.

Fuente: expansion.com

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